miércoles, junio 22, 2005

06. Yo, vampiro

El bebé ha nacido. Son las dos y media de la madrugada y debo atravesar el centro hospitalario para ir al edificio principal a llamar por teléfono. Antes de salir de casa ya me había preparado mi cigarro especial para festejar el notable acontecimiento y aprovechando la oscuridad, la soledad, la felicidad y los malditos nervios me lo fumé ahí mismo, caminando en la noche transfigurada. Las extrañas secuencias armónicas de Schoenberg parecen sonar quedamente, pero son los insectos de la noche solazándose en los jardines los que provocan tal efecto. Me lo fumé casi de un tirón. Aún llevaba la bata que me ordenaron ponerme en la sala de parto. Me llega más abajo de las rodillas y la mangas un poco más arriba de las muñecas. También me dieron unas zapatillas de papel para poner encima de mis botas y por poco reviento el papelito de porra ese. El caso es que divago y vago en la noche y las luces que están a la altura del piso para iluminar los jardines proyectan mi sombra contra las paredes de los edificios. La noche es mía y el drácula que llevo dentro sonríe maliciosamente, mostrando colmillo izquierdo. Camino directamente hacia mi sombra, proyectada en el edificio al que me dirijo y no puedo evitar verme a mí mismo en una película de miedo (la proyección de mi silueta, el metafórico traje de vampiro, la soledad nocturnal) y tampoco puedo evitar mover los hombros un poco y simular que soy un vampiro muy malo que a colmillo armado va asaltar el banco de sangre del hospital. Conforme me acerco a la puerta de cristales la sombra empequeñece hasta desaparecer cuando atravieso los vidrios y la fría y plana luz del hospital me revela que después de todo me veo muy mono con la bata rosa que me han puesto en la sala de parto...

1 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Canek:
Gosto de te ver por aqui de novo!
A tua viagem às Astúrias (e a tua evocação de Villaviciosa) recordou-me o meu amigo José Luis Posada, grande companheiro de muitas cidras e muitas conversas, homem de luta(s) e de convicções fortes e belas. É pena que ele já não esteja entre nós: tenho a certeza de que havíamos de nos divertir muito todos juntos!
Um grande abraço, e até já.
Viriato
(Reparo agora que escrevi isto tudo em português, mas não importa: as nossas línguas são irmãs, e tu sabes perfeitamente o que quero dizer)

10:37 a.m.  

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